El verano es un destructor masivo de rutinas.
Esas que estamos deseando que desaparezcan, pero luego deseamos igual o más que vuelvan a nuestro día a día.
Pero el verano indudablemente nos cambia el ritmo de todo.
Los que somos padres, que no tengan cole las criaturas más de dos meses es una locura.
Y para la vuelta, seguramente habrá huelga de profesores, así que non stop the party.
Recuerdo perfectamente cuando era niño lo duro que era el final de verano y lo mal que me caía el mes de septiembre.
Por todas partes veía, escuchaba y leía el mismo mensaje:
Vuelta al cole.
Era una sensación agridulce, por una parte ganas de volver a ver a los compis, por otra ninguna de volver a ver esa profe de lengua que nos teníamos manía mutuamente.
Y encima nuestro verano no era como el de los niños de hoy.
A nosotros nos mandaban deberes que teníamos que presentar los primeros días de cole.
Hoy no hay nada de esto, no sea que los vayamos a estresar.
Los primeros 15 días de septiembre eran jodidos.
Esas dos semanas antes del comienzo escolar, se empezaba ya a preparar toda la maquinaria.
Estabas de vacaciones aún, pero ya no era lo mismo.
La sensación era otra.
Luego llegaba el día 15, primer día de cole y pasaban todos los males.
Al fin y al cabo, no era tan malo.
Volvías a juntarte con los amigos, con la chica que te gustaba, y poco a poco, vuelta a esa odiada y deseada a partes iguales rutina.
Ha habido veces que he mandado emails con esa misma sensación.
De miedo por si me lo rechazaban o no gustaba, pero sabiendo que podía ayudar.
Por naturaleza tenemos miedo al rechazo.
A nadie nos gusta recibir un no.
Pero como muy bien dice Luis Monge Malo, un no, es la segunda mejor respuesta que podemos recibir.
Debes eliminar ese miedo al no.
De hecho, redacta el email como si ya tuvieras el no, sin miedo a perder nada.
Alucinarás con los cambios.
Te deseo un feliz miércoles.
Tu Dr. Pepe Persuasivo.
P.D. Ya queda menos para la ansiada vuelta al cole.