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Hoy voy a contar una historia, de ti depende sea real o no.

 

 

Había una empresa con sede en Vitoria (País Vasco), que se dedicaba a la elaboración de platos precocinados, que posteriormente vendía en supermercados de toda España.

 

 

Durante el confinamiento empezaron a ver que había llegado el momento de vender online.

 

 

Sus principales competidores ya llevan tiempo en el mundo online, por lo que no pueden demorarse más si no quieren quedarse fuera.

 

 

Tenían que pasar su web corporativa a tienda online.

 

 

Para ello contactaron con la agencia de diseño web que les había la web actual, y que ellos mismo les hicieran el ecommerce.

 

 

Ya habían trabajado con ellos y estaban contentos, por lo que ni siquiera buscaron más opciones.

 

 

 

Ya tienen el ecommerce listo.

 

Ahora ya solo hay que vender.

 

 

 

Como ya facturan más de 5 millones de € anuales, y sus productos se venden por toda España   , no debería ser difícil que la tienda online empezará a generar pedidos.

 

 

 

Pasan los días, y los pedidos prácticamente son cero.

 

Pasan las semanas, y los pedidos siguen sin llegar.

 

Pasan los meses, y la cosa no mejora.

 

 

 

 

Los directivos de la empresa al ver esos números empiezan a preocuparse e intentan averiguar dónde está el problema.

 

 

Han invertido una cantidad importante en publicidad tanto online, como offline.

 

 

La tienda online ha tenido un número de visitas que no corresponde con el número de ventas.

 

 

Hay algo que está fallando.

 

 

 

 

 

¿El producto? Llevan más de 30 años en el mercado y facturan 5 millones anuales. El producto está más que demostrado que se vende.

 

¿La web? Gracias a la publicidad y al posicionamiento orgánico, el número de visitas es muy bueno.

 

¿El precio? Es el mismo que en los supermercados, y encima puesto en casa.

 

 

 

 

 

Analizados estos y otros datos, los directivos no sabían dónde podía estar la razón por la que de no generaban pedidos por internet.

 

 

Sabían que todo lleva un tiempo, y se habían dado un plazo de un año para poder sacar conclusiones.

 

 

El año ya había pasado, y el número de ventas online era para tomar la decisión de dejar ese proyecto.

 

 

Pero antes de dejar morir la idea de vender online, quisieron darle una última oportunidad.

 

 

Para ello buscaron y preguntaron a personas no relacionadas con el marketing online.

 

De todas las opiniones, les llamo mucho la atención la de un trabajador de la fábrica.

 

 

 

Era un chico que estaba en producción.

 

 

Sabía mucho de cocinar una paella para 200 personas, pero de marketing digital no sabía nada.

 

 

O al menos eso pensaba él, y sus jefes.

 

 

 

 

Resulta que les comentó que, al entrar en la web, el cómo trabajador sabía que eso eran los platos que ellos elaboraban, pero alguien de fuera, muy probablemente no sabrían que eran sus platos.

 

 

 

¿La razón?

 

 

 

En los supermercados para los que trabajaban, fabricaban con marca del supermercado, la famosa marca blanca, y en la web estaba con su etiqueta.

 

 

El packaging, era el mismo, pero la etiqueta no.

 

 

A ojos del usuario, cómo muy bien dijo el trabajador, era una empresa que había querido copiar el envase de la marca blanca de grandes supermercados, y para ellos era un producto completamente nuevo.

 

 

 

Cuando crearon la tienda online, los directivos supusieron que ocultar que ellos eran los fabricantes de esa marca blanca les iba a beneficiar.

 

 

 

 

¿Qué pasó realmente?

 

 

Qué la gente suponía que era una marca nueva de precocinados, y no había ningún aliciente para arriesgarse a comer algo nuevo que no conocían.

 

 

 

¿Qué solución decidieron tomar?

 

 

Poner un texto explicando quienes eran.

 

 

 

“Aunque te parezca que nunca has probado ninguno de nuestros platos, es fácil que si te gusta el gazpacho de los supermercados XXXXXXXXX ya hayamos estado refrescándonos en la nevera de tu casa. Ahora también puedes disfrutar de nuestra marca comprando directamente en nuestra tienda online”.

 

 

 

 

Cambiaron muchos textos de su web, para explicar precisamente eso, que eran la misma empresa que fabricaban para muchas grandes superficies, y así los usuarios sabían que quizás ya habían probado esos platos.

 

 

¿Qué pasó con esa revisión de textos?

 

 

La facturación de la tienda online, en los siguientes 8 meses pasó a unos 300.000 €

 

 

El proyecto del ecommerce que a punto estuvo de morir, ahora está muy vivo.

 

 

¿Real o ficción?

 

 

Escógelo tú porque no es lo importante.

 

 

Hay muchas lecciones en esta historia, pero para mí 3 son las principales:

 

 

 

1.- Crea tú marca

2.- No suponer, hay que probar para analizar los resultados.

3.- No sirve de nada tener tráfico en tu web si no convierte.

 

 

 

 

Si quieres que repasemos o hagamos tus textos, pide tu consulta privada aquí, aquí o aquí.

 

Tu Dr. Pepe Persuasivo.

 

 

 

 

P.D.     — Tiene usted una enfermedad grave

            — ¡¡Dios mío!! ¿Voy a morir?

— No se preocupe, se cura comiendo, bebiendo sano y haciendo ejercicio.

            — ¡¡Dios mío voy a morir!!

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