Un día cualquiera de gimnasio.
Si prefieres más hacer clases en grupo que ponerte a levantar hierros y mirarte en el espejo a ver si ya ha crecido ese músculo que estás entrenando, pues igual tienes la suerte que nunca te haya pasado.
Pero por poco que hayas entrenado alguna vez en una sala de gimnasio seguro que te ha pasado, y si no dime el gimnasio que me apuntaré.
Ponte en situación.
Estás tranquilamente a tu rollo.
La banda sonora de rocky sonando a tope en tus auriculares.
Estás que te sales ese día, te miras en el espejo del gym que siempre hacen más fuertes y estilizados que los de casa, y ves a la Roca.
Eso también es marketing.
Acabas tu ejercicio en una máquina y te vas a la siguiente máquina.
Vamos, vamos, vamos que hoy me salgo.
Lo voy a petar tanto que dejo la pizza para cenar y me haré pollo con arroz.
El verano ya está aquí.
Vas a empezar los ejercicios en la otra máquina y justa al terminar, te golpean por detrás.
— Perdona.
Te quitas los auriculares.
— Dime.
Aunque ya sabes de sobra la pregunta.
— ¿Te quedan muchas?
En ese momento la Roca empieza a convertirse en Hulk, pero claro, tienes que controlarte.
— Pues acabo de empezar.
— Ah ok, te importa que hagamos juntos.
Pues claro que me importa cojones, estoy muy tranquilo solo a mi bola y ahora voy a tener que estar pendiente de ti, pero sale tu buena persona y le dices:
— No, no, por supuesto, haz.
Bueno, lo dicho, supongo que te has topado con ese tocapelotas del gym que normalmente está más cerca de seguir viendo Dora la Exploradora que de empezar a mirar planes de jubilación.
Pues esos tipos existen, existían y existirán.
Igual que existen, existían y existirán los malos vendedores.
Esos vendedores que no saben cuándo es el momento momento adecuado para hacer la visita, cuándo dejar un tiempo prudente con la siguiente visita, o simplemente dejar de insistir con alguien que nunca te comprará.
No seas tocapelotas como el del gimnasio y tus ventas lo agradecerán.
Esto es todo por hoy querido amigo.
Con afecto tu Dr. Pepe Persuasivo.
Feliz martes.
P.D. Un hombre está mirando una foto y una amiga le pregunta quiénes son. Responde: «No tengo ni hermanos ni hermanas, pero el padre de ese hombre es el hijo de mi padre». ¿Quiénes es? Respuesta: Su hijo.
P.D.1. Desde 1950, las estatuillas de los Oscar de Hollywood fueron acogidas legalmente para que ni el ganador ni sus herederos las puedan vender sin antes haberlas ofrecido a la Academia por el precio establecido de un dólar. A pesar de esto, varias estatuillas han sido vendidas en subastas. Steven Spielberg ha comprado dos, el Óscar de Clark Gable y uno de Bette Davis.