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Hoy vamos a retroceder aproximadamente 30 años atrás.

 

No sé si conoces Barcelona, pero lo que hoy es uno de los barrios más “molones” de la ciudad, 30 años atrás pasadas las 18h, tenían muchos números de salir más ligero de cómo habías ido.

 

Te hablo del barrio gótico.

 

Era un barrio marginal, delincuencia, robos, drogas…

 

Todo un drama vamos.

 

Resulta que, al iluminado de mi padre, no se le ocurre nada más que montar un restaurante en ese barrio de ambiente encantador.

 

Su nula en restauración, y el barrio, hacían una mezcla que pegaba lo mismo que Pablo Iglesias y la reina Letizia.

 

Pues a pesar de que casi nadie apostaba un duro por ese negocio, el tío lo sacó adelante y fue un restaurante de éxito durante muchos años.

 

¿Por qué te cuento todo esto?

 

Espera…

 

En estos establecimientos, días si, y día también, entran representantes de empresas muy variadas a ofrecer sus productos.

 

Ya podía ser el mejor comercial de la zona, de la ciudad, o del país, que mi padre ya había dado la orden a quien recibiera un comercial, que fuese lo que fuese que vendiera, que no se lo pasaran.

 

Su forma de administrar las compras era de lo más sencilla que puede existir.

 

Compraba cada semana lo que le hacía falta para la siguiente.

 

Si cada semana gastaba 10 botellas de vino X, compraba 10 para la semana próxima.

 

No sabe que existe una palabra llamada stock, y mucho menos el significado.

 

 

Pues créeme que, en todos los años de vida de ese restaurante, siempre se hicieron, así las cosas.

 

Pero como casi en todo, siempre hay excepciones.

 

Al poco de abrir el restaurante, vino una mesa de 4 comensales a comer.

 

4 señores de mediana edad, con buena presencia que parecían ejecutivos de alguna empresa.

 

Acaban de comer, piden la cuenta y se van.

 

Dejando una propina 1.000 pesetas.

 

Esos 6€ de hoy en día, en esa época era una propina muy generosa, por lo que todo el personal se acordaba de esa mesa.

 

Imagínate, si otro día venía alguno de esos 4 hombres, le iban a recibir con honores de jefe de Estado.

 

No pasaron muchos días, que uno de esos 4 hombres apareció por el restaurante de nuevo.

 

Vino de antes de empezar el servicio del mediodía, mientras se estaba preparando la sala para recibir a los clientes.

 

Quería hacer una reserva también para 4, esta vez para venir a cenar.

 

Llego el día, la hora, y puntual como un británico se presentó con su familia para cenar.

 

Una vez ya habían acabado de cenar, mi padre que siempre estaba en la cocina salió a saludarles para ver qué tal había ido la cena.

 

Por supuesto que influenciado por la propina que había dejado anteriormente, no seamos hipócritas.

 

El señor, encantador, le dijo que el restaurante y la comida eran estupendos, y que le presumía un gran éxito.

 

Pagó, y otra vez 1.000 pesetas de propina.

 

¡¡Joder, joder, joder!!

 

¿Quién cojones será este tipo?

 

Había más misterio en ese restaurante que en una novela de Agatha Christie.

 

Pues a las 2-3 semanas ya teníamos de vuelta al señor misterioso.

 

Vino también mientras se preparaba el servicio de comidas.

 

Pidió a uno de los camareros a ver si podía salir mi padre un momento.

 

Imagínate, el camarero voló a por mi padre, y este salió volao.

 

Nuestro señor misterioso se llamaba Jaume.

 

Y lo mejor de todo.

 

Jaume era representante de las bodegas Torres.

 

Se la había clavado hasta el fondo.

 

No por eso, se la clavó porque en la casa que vivíamos teníamos un trastero, que mientras mi padre tuvo los restaurantes siempre estaba lleno de cajas de botellas de vino Torres.

 

Fue el único representante que consiguió que mi padre comprará no botellas de vino sino cajas, y que en el almacén del restaurante no le entrarán más cajas y tuviera que llevarlas a casa.

 

Mientras duró ese negocio, no te voy a decir que se hicieron amigos, pero quedaron en distintas ocasiones para hacer planes juntos con sus parejas.

 

Este señor, yo era un crío, pero lo recuerdo perfectamente, era todo lo contrario al resto de representantes.

 

Por algo era el representante con más ventas de las bodegas Torres en España.

 

 

 

Moraleja de la historia…

 

 

…haz lo que quieras, pero hay que diferenciarse.

 

 

Si quieres diferenciarte, pide tu consulta privada aquí, aquí o aquí.

 

Tu Dr. Pepe Persuasivo.

P.D.     Quería llamar a mi hija Mariluz, pero me sale más barato llamarla Marisol.

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